Esa sensación de viaje.
Hasta la beta de la mesade madera que hay en aquel
café es fascinante. Y es
algo único.
Porque aunque se esté
enamorado de esta ciudad
se es de acá. Somos parte
de esa beta. Nuestra beta.
Y es dialéctico. Pero durante
un viaje… No, allí somos Freud.
Y no somos la beta, y por eso
la vemos y además vemos,
nos vemos en nuestra beta
y la adoramos.
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